Bagan es uno de los rincones más áridos del sureste asiático y, aun así, fue escenario del momento de mayor esplendor de la historia de Birmania, la actual Myanmar. Su etapa de mayor brillo comenzó en el siglo XI, cuando el rey Anawrahta unificó el país y convirtió el lugar en la capital del primer imperio birmano. Todo acabaría, tras la conquista por parte de los mongoles en el año 1287.
Durante ese periodo se erigieron en un radio de 30 kilómetros, cerca de cinco mil templos y pagodas, decoradas con bajorrelieves y frescos interiores que relatan la vida de Buda por esa región. Su riqueza arquitectónica asombró al propio Marco Polo, que en su obra hablaba de edificios recubiertos de oro y plata, coronados con campanillas que sonaban al más leve golpe de viento.
De todos ellos, sólo quedan en pie 2,270 edificios, entre templos y pagodas. Lo que les esperaba tras el declive de la monarquía fue una lenta decadencia, que incluyó un abandono total, durante más de 400 años, frecuentes saqueos en busca de sus valiosas reliquias y un terremoto, el de 1975, que pareció asestarles el golpe de gracia.
Gracias a la Unesco y la insistencia de nativos, contribuyeron a resucitar la ciudad de las cinco mil pagodas, que se van restaurando al accidentado ritmo que impone el gobierno de Myanmar, que en ocasiones permite parches de materiales modernos y construcciones nuevas muy fuera de lugar. Pese a todo, la magia que tiene el amanecer en Bagan, con las estepas apareciendo lentamente entre la bruma, permanece intacto. La Unesco ha intentado intensamente, designar a Bagan como Patrimonio de la Humanidad.
En los últimos años, Bagan ha sido descubierta por diversos turistas, pero no ha llegado al punto de que sea una gran atracción. Es por ello que, cuando Myanmar se abra un poquito más al turismo, estas explanadas de ensueño empezarán a ser un destino obligado para todo aquel que pise el sudeste asiático. Pasar una mañana en ese sitio es algo que se debe vivir, desde el amanecer hasta la hora del almuerzo, es tiempo suficiente para enamorarte de esta ciudad antigua.
Si tienen ganas de visitar un sitio enigmático, vayan a Bagan, donde el tiempo sigue detenido en el siglo doce.
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